EL PAPEL DEL LENGUAJE EN LA EDUCACIÓN DEL NIÑO CIEGO
“La pérdida total o parcial de la visión supone la perdida de una de las principales fuentes de información con que contamos los seres humanos, tanto a nivel social como a nivel físico. Ello puede repercutir de forma importante en el desarrollo del niño, si el entorno y en especial los padres no entienden las necesidades específicas que presenta y no le aportan un entorno rico en contactos e interacciones con otras personas y con los objetos que encuentra en su entorno”[1].
De ahí que es importante caracterizar las necesidades que surgen, al estar el niño inmerso en un nuevo entorno como lo es el educativo, en donde deberá adquirir y desarrollar unas competencias académicas, comunicativas, afectivas y sociales.
El desarrollo de éstas no solo dependen del niño sino de muchas variables ajenas a él, como lo son: las estrategias pedagógicas y el lenguaje que use el maestro para garantizar su aprendizaje y fomentar su participación, los mecanismos usados para realizar una verdadera inclusión, las relaciones entre pares, la familiarización con el espacio, el apoyo de la familia, y de la Institución Educativa, entre otros.
Ahora bien, nos proponemos exponer el papel del lenguaje en la educación del niño ciego congénito.
Para comenzar el lenguaje está inmerso en todo proceso social, comunicativo y afectivo que se lleva a cabo en diferentes lugares como lo son la escuela, el hogar, el trabajo y en general en toda aquella actividad que desempeñemos a lo largo de toda nuestra vida. Además el lenguaje juega un papel indispensable en el aprendizaje, ya que es un soporte para la adquisición y desarrollo de nuevos saberes.
En lo que concierne, al lenguaje del niño ciego, podemos decir que es algo distinto al del niño vidente, ya que su desarrollo no se enmarca en los mismos parámetros, dado que la estimulación y el aprendizaje del niño vidente están estrechamente ligados a un input visual, más precisamente “la información que recibimos por medio visual constituye el 80% del total recibido” [2] y como sabemos el niño ciego carece de este sentido. Por lo tanto, él “construye la imagen del mundo a través de herramientas sensoriales como el tacto, la audición, la propiocepcion y la cinestesia”[3], lo que conlleva a que su exploración y construcción del significado no sean equiparables.[4] Además, el niño ciego, utiliza como medio para acceder a la información escrita, el Sistema de Lecto-escritura Braille[5], el cual ha sido diseñado para ser explorado de forma táctil y cuya unidad básica está constituída por la celdilla. Dentro de cada celdilla se pueden situar un conjunto de puntos en relieve en seis posiciones diferentes. Las distintas combinaciones de puntos dan lugar a diferentes letras, pudiéndose así representar todas las letras del alfabeto, los números y también los diferentes signos de puntuación.
Igualmente, “se han encontrado dos aspectos del desarrollo del lenguaje en los que las diferencias entre ciegos y videntes parecen estar mas claras: la adquisición del léxico y la utilización de términos deícticos, principalmente de los pronombres personales y posesivos en contextos de intercambio de roles conversacionales”.[6]
En cuanto a la participación y aprendizaje del niño ciego, éstas se encuentran mediadas por las oportunidades que le brinden sus pares y el docente, y principalmente por el lenguaje utilizado por ellos. En donde es claro que se deben realizar una serie de modificaciones a ese lenguaje, igualmente se requiere el uso de unas estrategias pedagógicas y comunicativas que garanticen que el saber se esta transmitiendo de una forma adecuada a todos los estudiantes. Cabe añadir, que dichas estrategias serán construidas con el apoyo del niño ciego, sus pares académicos, sus padres de familia, la Institución Educativa y con profesionales como el Fonoaudiólogo, el psicólogo y el maestro itinerante.
En caso de que el maestro y los estudiantes no realizarán cambios y/o modificaciones en su estilo comunicativo ni se adoptaran nuevas estrategias pedagógicas, esto se convertiría en un foco de configuración de problemas de participación y aprendizaje para el niño ciego que se esta enfrentando a un espacio, a unas relaciones interpersonales, y a un entorno comunicativo completamente diferente al vivenciado en su hogar.
Por otro lado, es importante tener en cuenta que el estudiante ciego debe ser invitado a compartir no solo en los espacios académicos como las cátedras, clases, talleres, entre otros sino también en los espacios sociales y recreacionales, tales como el restaurante, el recreo, las prácticas deportivas, etc. Puesto que, su participación no se puede limitar a un contexto, ya que es indispensable para él comprender los roles que debe desempeñar en cada una de esas actividades[7].
Siguiendo el orden de ideas, podemos concluir que el abordaje de los procesos de aprendizaje y participación del niño ciego debe ser de forma interdisciplinar, procurando que estos procesos se formalicen de forma más amena tanto para él como para los sujetos que se circunscriben en la globalidad de su entorno educativo.
[1] DEL RIO, María José. Lenguaje y comunicación en personas con necesidades especiales: interacción, comunicación y lenguaje en el niño ciego. Editorial Martínez Roca, España 1997.
[2] Ibid.
[3] Ibid.
[4] CASTEJON, Juan Luis. NAVAS, Leandro. Unas bases psicológicas de la educación especial. Tercera edición. Editorial Club Universitario, España 2007.
[5] SIMON, Cecilia. OCHAÍTA, Esperanza. HUERTAS, Juan Antonio. El sistema braille: bases para su enseñanza-aprendizaje. Comunicación, Lenguaje y Educación, 28,91-102.
[6] SANCHEZ ALVAREZ, Mercedes. Educación Especial: necesidades a tener en cuenta en el área de lenguaje para alumnos ciegos o deficientes visuales. PEARSON EDUCACION S.A. Madrid, 2002.
[7] GONZALEZ FERNANDEZ, Concepción. GAMERO CLAVIJO, Rocío. SILVA GARCIA, Luis. BERNET TOLEDANO, Javier. Auxiliares de educación especial. Editorial Mad, España 2002.
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